Candiles navideños
Buenos días. Y aquí vamos con el lunes más lunes del mundo, después de esta especie de mini vacaciones qué duraron lo justo cómo pa, a eso del sábado, no saber en qué día estábamos, pero sin generar más síndrome qué el de algun ataque epiléptico a causa de las luces navideñas. Bueno, lo de "navideñas", lo circunscribo al momento físico porque navideñas, navideñas ... No sé, bueno, qué las ciudades rebosan espíritu merrycrismático y todo se llena de cubos, esferas y trapecios leds, así como de supuestos osos de peluche de medidas desaforadas y, sí qué es cierto, en algún rincón destacado, parpadea un gigante árbol de Navidad. Los belenes y la simbología cristiana la escondemos en plazas cubiertas y lugares bien a resguardo, por no ofender a otras culturas, en cuyas casas, curiosamente, si que se ponen abetos, espumillón, bolas y estrellas/ cometas. Y, como el tema de ADIF en Madrid me tiene con la caja de lexatines en el bolso del mandil, voy a posarlo un poco, hasta qué se me pase la anginas de pecho y prefiero despotricar sobre esta especie de "ferias de la iluminación para exteriores", en las que hemos convertido nuestras ciudades. Qué todo está muy bien, si no fuera por el horror vacui y lo inapropiado de los motivos. Sin querer hacer catequesis de ninguna índole, qué estoy yo guapa pa hablar de nada y menos aún de esto, La NAVIDAD es una fiesta cristiana sin ningún tipo de paliativo posible. Se celebra el nacimiento de Cristo en un establo, en el pueblo de Belén porque sus padres estaban in itinere, camino de Nazaret por cuestiones burocráticas del gobierno de turno y sus cuitas censales. Hay un cometa, entre otros signos, qué está presente en todo el relato qué significa la luz que ilumina el camino y, lo qué es más importante, ilumina el lugar de destino, la meta. Hay también pastores, gente sencilla y buena qué son los primeros en llegar a auxiliar a la joven parturienta y agasajan con sus presentes a los flamantes papás. Tenemos a un San José que es la imagen de la santidad de los qué su bondad innata les obliga a comulgar con ruedas de molino y a comerse los marrones que haga falta por puro amor. Tenemos a María, la joven a la que encalaman con un "trabajo" muy por encima de sus expectativas y posibilidades y que, aún y así, dice "venga, chica, tú puedes!" Y con el síndrome del impostor a cuestas, tira de frente con lo qué ha de venir por imposible que parezca. Y tenemos a tres magos de oriente, gente sabia, muy seguramente licenciados en humanidades, aunque puede ser qué alguno tuviera el grado en astrofísica. Personas, en cualquier caso, muy cultas que saben ver más allá de lo aparente y que dedican su vida y sus estudios a buscar "eso otro". Curiosamente, desde distintos puntos geográficos son guiados por la misma estrella qué va a hacer que sus periplos converjan en un mismo punto y, desde ahí, ya no hagan el camino solos. Jesús es un bebé qué significa lo que significa cualquier recién nacido. Padres, madres y cualquier testigo de un parto, puede describir el vuelco del corazón en el momento de un nacimiento. La sonrisa de los presentes ante ese amasijo de carne qué se revuelve recién llena de aire or primera vez sus pulmones. Es el AMOR incondicional y pleno. Es la definición hecha carne de la ternura. Con el tiempo, "avergonzados" de tan magna doctrina, hemos ido travistiendo la simbología original en cositas menos ofensivas? Menos comprometidas? Y nos vemos abocados a unas celebraciones que patrocinan la Coca-Cola y las limpias comisiones de festejos del ayuntamiento de turno. Bueno, todo esto (pido perdón a todos los liturgistas, teólogos y expertos, por esta chabacana descripción del asunto) es lo que celebramos los cristianos en estas fechas. Yo, por mi parte, prefiero que las autoridades se mantengan al margen y no cuelguen un puto candil en ningún sitio, ya lo colgaré yo en mi casa, antes que tener que buscar el sentido a conos y polígonos luminosos. Qué ya está bien de tanta hipocresía. Uf! Qué a gusto me he quedao! No, si ya sabía yo qué, tantos días de asueto...Feliz lunes
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