Xiringüelu
Hoy tocó Xiringüelu. En el tren de las ocho y cuarto de la mañana que me lleva a currar, había una legión de jóvenes con sus botellones, la mayoría recién duchaditos; una minoría, de doblete. En mi reducto de cuatro asientos, enfrentados dos a dos, una pareja de guapo y guapa, cursi él, excesiva ella. Sus amigos, al otro lado del pasillo. A mi lado, un dobletero absolutamente arrebatador, con su puntito de canalla. Iba de single, pero estoy segura de que hoy habrá tres o cuatro afortunadas qué se lo van a beneficiar (mínimo). Bueno, me salto el capítulo del escanciado y cata de sidra y calimochos a la hora de un colacao con magdalenas, porque cuando lo pienso se me revuelve la úlcera (no se puede hacer uno mayor...), Voy directamente al asunto de los clichés qué se repiten desde qué el mundo es mund: Vi en el tren, frente a mi, a esa amiga o prima exuberante con encefalograma plano pero qué se comió todo lo que se quiso comer con una leve caída de pestañas y escote, mientras tú te quedabas con cara de boba, viendo al "amor de tu vida" reirle las gilipolleces qué su cerebro fabricaba a toda prisa en el mayor esfuerzo al que nadie jamás sometió un cerebro. Al otro lado, a las dos apañadas, con una garrafa de sangría con su fruta perfectamente cortada flotando en el plástico (qué apetecía sacar la cristalería de bohemia y libar) y una mochila llena de galletas y colacaos en monodosis; vi asomar un paquete de toallitas húmedas... En mi grupo también había de esas y las sigue habiendo. Son las que siempre tienen soluciones en el bolso, sea cual sea el tamaño del maravilloso bolso y de la necesidad surgida de improviso. Al canallita, también le reconocí. De sobras!! (ay! Quiero volver a aquel "error" de mi vida un ratito más). Pués allá que se iban a disfrutar de una romería salvaje no apta para mayores de...30?. Y entonces, pensé en la guapa y en las interesantes y me pregunté si alguien hoy, entre el tumulto, las va a pinchar. Si van a acabar en el puesto de la Cruz roja o protección civil o lo que sea, con un viaje de éxtasis y no se qué más mierdas ejecutado por no sé qué manos negras, qué ya fueron picando a niñas por Europa; y pienso en quién estará detrás de esas zarpas qué consiguen dejar en casa a más de una, por miedo. Y luego pienso en el guapo cursi, en el canalla y en el gay de la otra fila de asientos y me quedo tranquila porque dudo mucho que nadie les vaya a meter nada en el cuerpo qué ellos no quieran que les metan. Y me entra en esta mañana de verano y sol, un frío... Porque es muy serio el asunto. No las violan. Las pican con esa porquería y desaparecen. Están brotando códigos entre los hosteleros para que sepan qué hacer y a quién avisar... Y, entonces, mi teoría de los clichés se derrumba porque no encajo, no puedo encajar, a ese grupo de terroristas (en toda su acepción) qué viaja en el mismo tren en el que yo voy a currar y el resto a divertirse un precioso domingo de sol y risas. En serio no vamos a buscar al que patrocina esos picos y cogiéndole por la bragueta no le vamos a preguntar qué cojones busca????
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