Maná

Muy buenos días. Es miércoles y hoy, parece que tampoco va a amanecer del todo. Sin ser yo fan de oráculos ni profecías, no me digáis a mi, que no da yuyu esta calima pustulenta, por muy "partículas minerales en suspensión" qué lo quieran llamar. Quiero yo decir que, a ver, por mucho que los israelitas hubieran tenido a mano la wikipedia o, incluso el "lens" y hubieran identificado como resina del tamarindo aquello que les caía del cielo y les alimentaba, en vez de ponerse poéticos y llamarlo "maná", tú sales de Egipto como ladrón en la noche, se te abre el mar Rojo, te aparece un matojo ardiendo con voz de Constantino Romero llamándote al orden y cuando vas por medio del desiierto, sin un carrefour exprés y con más hambte que el perro de un ciego, te cae por la mañana una lluvia comestible y dulce, altamente nutritiva, pues chica, qué quieres que te diga, ni resina ni hostias! Es un milagro del tamaño de la torre Eiffel. Y es un poco todo esto de la calima: Yo, si no estuviéramos en medio de una pandemia mundial, de una guerra de las galaxias en Europa, de la canonización de Ayuso, de la puñalada de Rufián a Puigdemont, sin aceite de girasol y con Nieves Alvarez enamorada de un millonario gordito,  pues sí; sería la primera en asimilar el desplazamiento de arena del Sáhara sobre la península a lomos de una borrasca llamada Celia. Pero, así, desta postura, no hago más que leer el apocalipsis por si encuentro el tráiler del siguiente episodio.

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