La loca del cubata
Muy buenos días. Es viernes y se soltó la loca. Rusia, a estas horas, está en las cocinas de Chernobil y a la puerta de Kiev. Se suceden los bombardeos y los muertos y heridos; pero Europa no se atreve a soplar sobre la llama porque el viento sopla a favor del ruso. Voy a dejar de decir que Rusia ataca a Ucrania porque hay miles de rusos detenidos por manifestarse contra este avasallamiento y miles de ucranianos independentistas qué lo aplauden. Hay un descerebrado qué ha pedido a su amigo que le sujete el cubata para lanzarse contra nuestra tililante paz mundial. Ellos en el Norte; nosotros en el culo de Europa y qué peligrosamente cerca estoy sintiendo el ruido de las bombas. Lo mío, como podéis comprobar, no son los partes de guerra. Yo no quiero escribir sobre este tipo de historias, en las que las consecuencias inmediatas de tropelías como ésta son el encarecimiento del gas, el petróleo y sus derivados. En las que una siempre tiene la sensación de haberse perdido un capítulo o dos, donde estaban las claves para entender el desenlace apocalíptico del trhiller. Seguramente fue en aquel momento de la refriega entre los gaviotos; o, quizás, antes, cuando todos estábamos pendientes de si Cristina estaba triste y Urdangarín contento, no lo sé. También cabe la posibilidad de que no cupiera posibilidad alguna de que esto fuera a suceder. Putin está solo contra el mundo; aunque yo más bien creo qué es el mundo el que está solo frente a él. Y él, tiene un botón rojo y cero humanidad. Nunca os fiéis de alguien que cabalga con el torso desnudo por la estepa siberiana.
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