De bodas y vacunas
Muy buenos días. Es miércoles y en las Asturias, el día despierta entre brumas y nubes de esas que dicen que no salgas de casa sin el plegable, como mínimo. Este sábado pasado, la hija de Patricia Rato y Espartaco, contrajo matrimonio en la localidad sevillana de Lora del Río. Como la crónica social la escribe el 20 minutos, leo sin salir de mi asombro que la pareja se conoció hace tres años y se prometió en el 2000 (debió ser una boda apalabrada por los padres); qué la novia lució un vestido de Pronovias con un velo de encaje ; (velo de encaje.. Qué es eso de un "velo de encaje"? Será una mantilla de encaje de Bruselas!!) y unos pendientes de pedrería que pertenecieron a su abuela materna Felicidad Salazar-Simpson. Pedrería, no me parece a mi qué vaya a ser el material de los pendientes, porque cuando alguien se apellida Salazar- Simpson, no suele atesorar bisutería, pero, vamos, que igual la buena mujer, viendo que la niña es un poco desastre, le compró unos en el Parfois por aquello de si al bailar se le iban a enredar en la mantilla y tenían un disgusto y, pa qué? Del menú, se comenta que estaba compuesto por platos típicos andaluces, asturianos y postres típicos de Semana Santa. Y, una qué no tiene las neuronas más completas del mundo, empieza a pensar: Ná, qué les pusieron un Gazpacho, un Cachopo y de postre, torrijas. Y esto es el eterno tema del intrusismo laboral, también conocido como "Manolete, Manolete, si no sabes, a qué te metes?". Estará guapa Nati con este despropósito que solo puede tener un culpable: Pedro Sánchez. Y es que no sé qué le hicimos los españoles qué, últimamente, parece que todo lo que hace, lo hace para jodernos la vida. Primero, lo de quitar el estado de alarma y provocar las salidas en masa de tantos y tantos españoles sin vacunar, las comunidades autónomas a la deriva, unos jueces restringiendo derechos fundamentales y, otros, que "a mi, qué me contáis". Los del PP, antes querían ser libres y, ahora, creo que preferían no serlo pero parecer que lo querían y que se comieran el marrón en el gobierno y el constitucional a pachas... y ahora esto. Yo quiero que vuelva Pablo Iglesias, porque con el coletas, las crónicas sociales las escribía mi amiga Nati en el Hola. Las fotos, venían en un soporte de papel de granaje decente y, cuando hablaban de capillas mudéjares del XV, llegaban un poco más lejos del "tres naves separadas por pilares y cubiertas con estructura de madera". Y esa, queridos amigos, es la razón por la que no se les debe incluir en el menú de los cerdos, milhojas. Bueno, por lo demás, hay en Colombia montada una que parecen cinco. Dicen los que saben de estas lides, que la historia es antigua y que, lo que estamos viviendo ahora, no es más que un agravamiento de la situación. Muy parecido a lo que acontece entre palestinos y judíos, qué fué vacunar al rebaño, hacer una campaña publicitaria pa veranear en Telaviv y lanzarse a los misiles. Esta reyerta, tampoco es nueva, ni mucho menos. Creo que ya hay alguna referencia en el Antiguo Testamento. No, si al final, va a ser mejor seguir peleándose con las vacunas y qué si Jansen pa unos, Moderna pa los más, AstraZeneca pa nadie... porque, en cuanto nos vemos libres de pandemias, volvemos a ser los que siempre fuimos: unos macarras. Tanto en Colombia como en Cisjordania, el número de muertos es una cifra muy similar al banquete de los Ruíz Rato: absolutamente indeterminada; y, la verdad, qué yo casi prefiero que siga siéndolo porque estoy en esa fase de la menopausia en la que me afectan las cosas de una manera, qué chica, no me merece la pena el desasosiego que me causa. Mira si estaré melindrosa, que no soy capaz de conciliar el sueño desde que me enteré de que habrá escasez mundial de PlayStation 5 hasta el 2022. No soy capaz.
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