De Camellos y porritos
Muy buenos días. Es viernes y todos somos Granada. Los terremotos qué sacuden la tierra soňada por Plácido Domingo no son más que las réplicas del gran tsunami que perrea al mundo. A Europa, en concreto. Cuando, por fin, habíamos aprendido a decir Schizpifaizzer, ahora hay que apuntarse en la agenda AstraZeneca, precioso nombre qué me lleva a pensar en el coche más apropiado para un filósofo romano qué acabó cortàndose las venas, jarto de tanto caminar. Resulta que, al principio de todo, cuando se nos saltaban las lágrimas de orgullo por haber conseguido una vacuna que nos iba a salvar de morir por falta de horas de bar, gracias a la colaboración altruista de las farmacéuticas; y todos pensamos en lo malos qué habíamos sido pensando qué la macro industria de la salud no tenía corazón y sólo entendía de bitcoins y , cuando ya no había plazas pa flagelarse esta semana santa delante del Cristo del Gran Poder, van los de AstraZeneca y dicen que, con gran dolor de su estómago, no van a poder abastecer en tiempo y forma a Europa porque se deben a su público y, éste, es extenso como el mar y en el mar hay muchos peces, incluso tiburones, qué pagan más y mejor. Madre, cómo se pusieron en Bruselas!!! A la Merkel parecía que le habían hecho un moldeador! Y Bruselas habló :Qué sepas, AstraZeneca, qué no vas a poder exportar ni un preservativos fuera de Europa, hasta que todo macho alfa haya fornicado, al menos, tantas veces como dicen las estadísticas y los italianos qué se fornica. Y, entonces, en medio del fregao, aparecen los ingleses, qué ya no son Europa os recuerdo, y con el pecho pa fuera se ponen a contarnos de las bondades del Brexit, de la cantidad de vacunas que tienen (qué sí quisieran podrían estar vacunàndose todos los fines de semana) y de que no es por mal meter, pero... "Chincha, revincha under a pineapple". Pero qué no nos preocupemos porque, en cuanto inmunicen al último inglés, lo que haya sobrao de las vacunas, nos lo ceden pa que chupemos las cajas. Todo muy feo y muy farragoso. Esto, en Europa; en mi querida España, está España mía, esta España nuestra, tenemos a Vox apoyando al gobierno sin querer. Al gobierno dándole las gracias, sin nombrarlos. A Casado comparando a Vox con Bildu (voto a Bríos!) y a los del procés, otra vez en la calle, pero poco, pa que puedan participar en la campaña electoral. (Estos pobres reos, tol día entrando y saliendo de la cárcel, también te digo que no es vida, eh?) campaña bastante surrealista (por no decir astracana, porque el término me recuerda a los camellos de las vacunas anticovid). Ahora, resulta qué, independentismos aparte, los catalanes no quieren ir a la mesa electoral ni por los 60€ qué pagan(y mira qué tienen fama de peseteros) , porque dicen que tienen miedo a contagiarse. Qué el govern ha dejado salir a ejercer el derecho más sagrado de la democracia a todos, y cuando digo todos, es todos( positivos, negativos y negacionistas) y, claro, no vaya a ser que en un "traiga pacà ese sobre con nuestra libertad dentro ", en un suspiro de emoción, acaben votante y vocal/presidente de Mesa, enchufados a un respirador de esos made in spain. Y, qué digo yo, que si todos están en este plan autoprotecciónista. .. Se van a votar sólo los candidatos entre ellos. O, qué? Bueno, los catalanes nunca defraudan con su Show de segadores, démosles espacio y tiempo. Ay, no! Tiempo no tienen, qué la movida es dentro de 15 días!!! Luego tenemos a los rectores de universidades que dicen que Manuel Castells (ministrillo de universidades) no dice mas que tonterías, porque los exámenes presenciales no conllevan ningún riesgo de contagio entre los cientos de jóvenes que se reúnen en las facultades para ser evaluados. Si llevaran un calimocho en la mano, si; pero, con un bic y un móvil, te creas un epi "protección total" qué te libra de todo mal y actúa como exfoliante natural pal acné. Seňor Castells, hay que documentarse más y mejor. Además de todo esto, ayer, Santa Ayuso arremetió con toda la furia de un ciclón contra las medidas del gobierno qué te obligan a cenar a las ocho de la tarde en tu bar favorito, si quieres tomarte un par de gintonics pa hacer bien la digestión, antes del toque de queda. Yo quiero que Isabel se venga pa Asturias a poner un poco de orden. Aquí, nos cierran los chiringos a las ocho y nos tenemos que tomar la sidra en terraza y sin poder echar un cigarrillo en el perímetro del local. Los fines de semana, como usted comprenderá, aquí hemos adoptado el brunch como única comida porque empatamos el vermú con el café y los vinos. Salimos a las dos de casa y volvemos a las ocho. A los chiquillos les llevamos una mochila con la almohada de la siesta y la rebequina pa cuando refresca. Y así, no hay manera, seňora mía. Y, para remate fin de fiesta, en unas horas, entra Justina por Galicia. Es una borrasca qué amenaza (otra qué amenaza. Qué manía más tonta!) con convertirse en Ciclogénesis Explosiva. Asi qué mucho cuidado con las terrazas y los toldos y las faldas vaporosas.
En fin, qué en días como hoy, una se pregunta qué coňo se está fumando el resto de la humanidad. Pasar una calada, joder, qué me veo fuera de onda.
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