Difuntos confinados
Muy buenos días. Hoy tengo uno de esos viernes de escribir y borrar y escribir y borrar y no dar con un hilo jocoso y ácido qué merezca la pena ser compartido con nadie. Empieza el finde de Halloween y difuntos en unas horas y, los únicos que se pueden mover por las carreteras españolas sin control, son los gallegos y los extremeňos. Plasencia - Vigo parriba, Vigo-Plasencia pabajo. Los demás, andamos con los perímetros a cuestas, pensando en cómo saltar la tapia del cementerio sin que nos pregunte nadie de dónde venimos y qué dónde tenemos el tiquet del Mercadona. Lo cierto es que, si no fuera por el vison y la laca, poco importan los muertos a la mayoría de los que hoy se rasgan las vestiduras por no poder este año "honrar a sus ancestros" como acabo de escuchar a un popular (en todos los sentidos) locutor de radio. Nuestros muertos, quedan confinados en Campo Santo, en el mismo momento en el que el enterrador dispara la última paletada de cemento sobre sus lápidas. O, al menos, sus despojos. Para los católicos, en ese momento, sus almas son liberadas y bla, bla, bla... Bueno, qué eso! Qué sea como fuere, no creo que entre los presentes haya un solo individuo o individua, qué no escuche en muchos momentos de nuestra vida normal a su padre/madre/abuelo/hermano susurrarle al oído con nitidez y contundencia :"calma! No te pongas burro/a, qué no son así las cosas". El que diga lo contrario, miente como un bellaco /bellaca (unidas podemos me levanté hoy). Así que, menos rajarse nada, qué lo único que nos faltaba era tener que tirar pa urgencias a que nos pongan unos puntos de sutura, que creo que por culpa del colapso sanitario, quedan aplazadas las operaciónes no urgentes y las intervenciones por necedad. Hala, a halogüinear!!
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