Escabeche y Confituras

Muy buenas tardes. Es martes y, no sé vosotros, pero yo, empiezo a notar las consecuencias de llevar "confitada" no sé cuántos días porque no llevo la cuenta. Cómo lo harán las cebollas pa confitarse sin perder la cabeza?  Mismamente, he compartido ayer una página de EL MUEBLE en la que explican cómo limpiar radiadores. Cuando vi el comentario de Carmen Prada, llamándome al orden, dije yo "Ay, madre! Radiadores??? Jajajajajaja!!" Pero no me explayé porque eran las tres de la madrugada, con un insomnio tremebundo del que la probe Carmen, bien sabe Dios, qué no tiene ninguna culpa. Y entonces recordé que lo último que había leído en el Facebook , antes de compartir este valioso reportaje, eran unos comentarios muy elegantes qué justificaban de algún modo las políticas de países como Finlandia y Holanda respecto a sus mayores. Creo que eso fué lo que se me hizo bola en el estómago, luego perdí el oremus y después vino lo de limpiar radiadores. Qué tenía que explicarlo, vaya!!
Ahora vamos a lo estupendo: 
Como mañana toca salir a comprar y además es día de HOLA, pués el espíritu anda saltarín y me trajo hasta el blog pa compartir con vosotros mi reflexión pandémica más bonita. 
Resulta que en mi chat favorito somos muy fans de coexistir on line y el día que a uno se le ocurre poner que está haciendo fabes estofaes, empieza a rular el olor y, esa semana, surgen tres o cuatro versiones del mismo plato. Lo de los gintonics por videoconferencia o directamente las fotos, es un clásico qué nos ha llevado a meditar acerca de nuestra inevitable deriva hacia el grupo de gintónicos anónimos en cuanto esto termine y podamos ir a las reuniones pertinentes. Pero, lo que está teniendo cuotas de éxito desbordantes son los escabeches. Quiero que el mundo sepa que, desde Buenos Aires a Pajares, pasando por Lebrija, La Felguera, La Coruña o Tapia de Casariego, mi grupo de amigos y yo misma, estamos escabechado pollo, cerdo, conejo, pavo, un Señor qué pasaba por la acera con pinta de tierno... o lo que tengamos a mano. Cada vez, una nueva versión. Con vino, sin laurel, con más ajo, con cava... Y así pasamos las horas, escuchando el plink del chat y saltando a ver a quién se le ocurrió añadir o restar algo a la receta. Suele ser sumar, porque somos gente muy distinta, pero muy de eso, de sumar. No nos gusta quitar nada y sólo nos encandila dividir cuando se trata de repartír no de separar. No es que sea gran cosa: Es inmensa. El Grupo de WhatsApp?? No, hombre no!!! La Amistad!!! Y, el Respeto!!!
Sigue siendo obligatorio sonreír.

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