Campo Santo

Muy buenos días. 11° y orbayando. Así amanecemos en el occidente del reino asturcón.
Llevo yo queriendo hablar del tema de los tractores, mucho tiempo; lo que pasa es que si no son los vascos, son los catalanes, unos por otros, la casa sin barrer y, hoy, haciendo un vuelo rasante por la prensa, veo una foto de las concentraciones agrarias (qué nada tienen que ver con las concentraciones parcelarias) y pensé yo pa mi: no salgo de esta semana sin hablar de los John Deere y sus propietarios. A ver, siendo realista, de los tractores y maquinaria agropecuaria, sé más bien poco (como de casi todo), pero es evidente que existe un problema con el campo. O, mejor dicho, el campo tiene un problema con el extraño mapa de ruta que siguen nuestros sucesivos  gobiernos. Parece que la España vaciada y la desprotección a nuestra producción agrícola, van cogidas en un abrazo profundo. Si yo fuera uno de los mas mejores y quisiera sacar rendimiento a un determinado sector de población, intentaría anular el resto de mercados. Esto no es posible llevarlo a cabo de un día para otro. Sólo hay que tener un poco de paciencia y sacar la goma de borrar. Primero, pongamos por caso nuestra amada comunidad autónoma, borraría los servicios más elementales como el transporte público. El que viva en un pueblo, si quiere ir al hospital, al ayuntamiento o a cualquier organismo que reside en capitales de concejo, pués que se pague un taxi o, espere al autobús del colegio que sale por la mañana y vuelve después de comer. Las farmacias, pues no es necesario N conveniente otorgar licencias en páramos y pequeños núcleos de población. De la que cogen el taxi pa ir al ayuntamiento, que pasen por la farmacia. Las sucursales bancarias ya son una utopía y los cajeros automáticos, también están a punto de extinguirse. No hay calcetines pa guardar la pensión? Oye, el día que bajas a Navia a pagar el IBI, cobras la paga y te la traes pa casa. O la dejas en el banco porque, total, en los pueblos están cerrando hasta los bares. Ante este panorama, cuando los nenos van a estudiar a Oviedo o a Gijón o a Madrid, y ven que hay un autobús cada diez minutos para recorrer la ciudad, que la oferta de ocio es inabarcable, que tienes una farmacia debajo del piso alquilado y que los cajeros de los bancos están en cada esquina... Lo de volver a casa a trabajar la tierra para que, un buen día alguien hablé de una plaga y te obliguen a arrancar la cosecha de patatas, por la que te pagaban una miseria y que tú encuentras en el súper a precio de caviar iraní, o llegue una historia de un filete de ternera infectado de no sé qué virus y tengas que sacrificar una ganadería entera por la que tu padre luchó su vida para medio regalar la leche a una de las dos macroempresas lecheras que pilotan toda la producción y se permiten anuncios en la tele con gente colorada y sin peinar, vestidos con jerseys de lana... Pués, como que no.Y, así, haría yo, que mis quesos no tuvieran que competir con los franceses. Sencillamente, porque lo que hay que hacer es no hacer queso, ni vender leche riquísima de vacas que no son moradas, ni naranjas que no hablen hebreo. Y así, dejaría las tierras sin trabajar, los pastos sin ganado y los pueblos muertos de ausencia. Y, a los más mejores, contentos, qué es de lo que se trataba desde el principio.
O nos ponemos todos en el lado de David, o mucho me temo que Goliat nos va a dejar K.O.
Sorry. No quería fastidiaros el viernes. Es que tenía una segadora atravesada en la glotis que se me estaba haciendo bola.
Sonreíd!! Llegó el finde. Para vosotros, claro.

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