Los Hermanos Max y la Monroe.
Muy buenos días. Es lunes y voy a procurar ser breve y concisa porque nos queda mucha semana por delante y mucho que contar.
Tenemos gobierno con muchas vicepresidencias y muchos ministerios . Yo misma, fui convocada por Pedro Sánchez para formar parte de ese cuarteto de segundos de abordo a través de WhatsApp; me tocaron varias vicepresidencias en las tapas de los yogures y asistí a una firma de las mismas, en el Corte Inglés de la calle Uría. Vi cómo los hermanos Max se presentaban en bucle como vicepresidentes y se ofrecía el prau de la fiesta del Carmín (la mayor romería asturiana) para celebrar en su concentración parcelaria los consejos de ministros. Me reí, lo que no está escrito y me sigo quitando el sombrero y hasta la peluca, delante de esas mentes privilegiadas que son capaces de ridiculizar con tanta chispa, situaciones, cuando menos, "chocantes". Pero... Ha llegado el lunes y hay que ponerse a la faena. Ellos, todos ellos, y nosotros. Tarea, hay bastante porque esta España nuestra necesita de muchos hombros que se le arrimen para echarla a funcionar. Ahora que lo pienso, no sé si toda esa prole de políticos será suficiente. Por si acaso, vamos a evitar lo de las zancadillas y los capones; por si, en una de estas, va a se verdad que se dignifican los sueldos de muchos curritos de este país y muchos parados; o, los que estáis cuidando de esos dependientes que no tienen nada que ver con mostradores de ferretería, empezáis a percibir las ayudas prometidas, antes de que el/la dependiente, deje de serlo y pase a mejor vida. Yo, mientras me llega la invitación en papel reciclado para Moncloa, observo expectante y llena de ilusión. Tiempo a reburdiar, tenemos de sobra.
Esta semana se habló y mucho de los posibles derechos del señor Junqueras, pisoteados por la justicia española. Europa nos asustó con una posible enmienda de lo dicho por el Supremo y luego, se volvió a desdecir. Y el pobre Oriol, poniendo y quitando la americana pa salir de Lledoners, camino de la Eurocámara. Con la bolsa lista, encima de la cama y poniendo y quitando las zapatillas. Y, su padre, habeas corpus parriba, habeas corpus pabajo. Por cierto, no sé cómo será su madre; pero el padre, no le puede negar. Jesús! Jesús!! Todo este folklor, se podría haber evitado, si los belgas hubieran leído un artículo clarificador como la lejía, qué La Nueva España publicó hace unos días y qué lo firmaba Don Ramón Punset. En unas cuantas líneas exponía de forma muy clara y muy sencilla (derecho constitucional para tontos, entre los que me incluyo) el porqué de tanta incongruencia: lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Os recomiendo vivamente que rescatéis del cajón de los periódicos el del día 6 (creo) y os lo leáis con calma.
Pero, España, incendios y koalas en Australia y aviones derribados en Irán aparte, lo que más está poniendo en jaque al mundo, es la crisis desatada en Inglaterra, por los duques de Sussex. Ya dije yo, hace unos cuantos años, qué la única forma de preservar la monarquía es mantener a sus miembros alejados del amor (como siempre se hizo). El amor es, aparte de las virtudes que le describe San Pablo en su famosa y cansina encíclica, caprichoso e inconsecuente. No podemos permitir que los/las plebey@s se casen con príncipes y príncipesas porque no tienen ni idea de lo que va la historia y pretenden estupideces cómo invertir las asignaciones económicas en peluquería, clínicas de estética y mamarracheces similares. Confunden a Nati Abascal con Jaime Peñafiel y, luego pasa lo que pasa. Todo está muy bien y evidentemente existe una presión mediática muy dura y la carga de actos oficiales es inhumana y la rectitud del protocolo te saca cardenales hasta en los codos; los niños salen en la prensa mundial felicitando la Navidad o la Pascua y, sí, hay que hacerse fotos cuando toca y con quién toca. Horrible? Por supuesto. Pero, nadie está obligado a contraer matrimonio con quién no quiere. Afortunadamente, el derecho de pernada, ya no existe. Al final, Isabel II está con la tensión disparada y ha convocado una reunión urgente de familia. (Qué, no. Qué no es como la tuya, ni como la mía). Y es que, una chica monísima, americana y liberal, está a punto de cargarse un imperio. Así de claro. Monárquicos y republicanos estamos de acuerdo en una cosa: Manolete, Manolete, si no sabes torear, pa qué te metes!!!! Lo siento mucho pero a mí, "El príncipe y la Corista" me enseñó muchas cosas. Al final, aunque no sale en la película, la adorable corista, acaba suicidándose con un bocata de barbitúricos y media botella de Jack Daniels.
Se me había olvidado lo de la sonrisa. Sonreid, amigos; nosotros no tenemos esos problemas. No, Leti, tú no puedes sonreír; que te cargas el botox!
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