Feliz, feliz....
Esta reseña tenía que estar escrita a media mañana; pero, según me voy haciendo mayor, he ido desarrollando una capacidad ilimitada para complicarme la existencia. De hecho, aquí estoy, currándome una sopa de pescao, qué quién me manda a mi, si con una merluzina rebozada con cuatro langostinos íbamos que nos matábamos. En fin, no me quiero ni imaginar, a mí misma, metida de lleno en los locos años 20 qué se nos acercan a ritmo de charlestón. El resumen del año que se va no es nada fácil porque tuvimos mucho, mucho maravallu, en general. Ya si entramos en lo personal de cada cual, ni os cuento. En política, lo que más gastamos fué en lazos amarillos y en urnas. Cansamos de ir a votar y de incongruencias catalanistas. Y, total, pa ná, porque seguimos a vueltas con el procés los presos, el cava y su libertina madre. Lo de las urnas, después de un curso de democracia intensiva, parece que tiene visos de ir a resolverse (aunque, claro, nunca se sabe; porque una moción de censura te sale en ...