Si yo fuera el Rey
Muy buenos días. Es sábado. Yo trabajo y vosotros, no. Lo primero, felicitar a los Pilares de mi vida que son muchas. No está mal concordado: Es un juego de palabras.
Si yo pesara 20 kilos menos, mi peluquera me supiera hacer falsos Bob y me llamara Letizia, a estas horas, estaría buscando como loca un vestidín de Pili Carrera color naranja pa Leonor y una diadema del mismo tono, pa la hermana. Se acerca la entrega de los Premios Princesa de Asturias y, Asturias, está hecha unos zorros. Representantes de los trabajadores de Vesubius están encerrados en la Catedral de Oviedo, con el beneplácito de su Deán que les ha dejado su despacho y la llave de la cámara Santa, por si desesperan en algún momento y quieren ir a charlar con el apostolado, que, esos doce, saben bien de revoluciones y persecuciones.
Luego, están esperando para ocupar la escandalera diversos colectivos, muchos de la empresa siderúrgica, que tienen sobrevolando sobre sus hipotecas, ERES, ajustes de plantillas y cierres. Vamos, que la ciudad está calentita; y, para animar, el alcalde saca un bando pidiendo entrega y sumisión a una monarquía parlamentaria "que son muy guapos y muy buenos y vienen a vernos y qué no se diga de nosotros". Mal momento, Canteli querido, para componer versos y cantar loas. Hay dos realidades o mejor dicho, hay una realidad muy poco Pía y esta es, ni más ni menos, que la vieja y noble Asturias vive secuestrada por empresas que se nutrieron de subvenciones y ayudas y que , aún con productividad comprobada, se largan con su cheque-bebé bajo el brazo dejando a miles de familias en manos de Cáritas (que ya no puede con más. No puede más). No quisiera cerrar el capítulo de los hurtos y las extorsiones, sin mencionar a nuestro gobierno autonómico que, en su día, cuando desde Europa vieron el futuro (negro azabache) de nuestra región y enviaron aquellas cantidades ingentes de dinero, embalado en bolsas que decían "Fondos mineros", lejos de invertirlos en una reconversión industrial, lo que hicieron fue reconvertirlo en chalets en Llanes, coches que nunca supieron conducir y vinos-joya que mezclaban con Casera. Pa que nadie se coscara, organizaron miles de cursos para parados que, curiosamente, otorgaban a sus amigos y allegados; que no tardaron en montar academias a las que les llovían millones, cada vez que tenían una docena de parados apuntados a "Informática nivel Usuario". Esta es la historia real de Asturias: canchas de tenis (que ya quisiera Winbledon) en Turón, naves alicatadas hasta el techo en mármol de Carrara en polígonos industriales y un largo etcétera de cromos pal Guiness de los disparates. Y, mientras en los chigres discurríamos quién había urbanizado la avenida del Cristo, qué llevaban levantando aceras y bordillos una docena de veces en un año, alcaldes y diputados nos hacían un trece catorce y se metían el dinero hasta en los calzoncillos!
Si yo fuera Letizia y pesara 20 kilos menos de lo que peso, les explicaría a mis hijas que las personas que, sin duda, van a protestar en la calle, se van a quedar sin trabajo y, sus hijos van a tener que hacer como ellas y se verán abocados a llevar la misma mochila al colegio, durante los próximos tres o cuatro años. Hasta que tengan edad y formación profesional (eso, sí) y puedan ir a trabajar a la papelera de Navia qué está haciendo una ampliación importante y, esa, va a dar mucho trabajo a todos. Si yo fuera el Rey, me pasaba por la Catedral y escuchaba a los de les camisetes naranja. Y, a lo mejor, era buena cosa, desde la acera del Campoamor, hacer un gesto a los de la escandalera. Sencillamente un "os comprendo". Si yo fuera el Rey, me pondría para el día de autos una corbata naranja y cuando estuviera en el hall del teatro, rodeado de la flor y nata de la política, la cultura y la empresa de Asturias, les haría acercar sus cabezas a la corona y les espetaría en el más puro bable cooficioso: " Qué mi putamadre ye esto??"
Y si yo fuera una de esas personalidades, se me caería la cara de vergüenza. Ahora ya estoy en Matrix.
Si yo pesara 20 kilos menos, mi peluquera me supiera hacer falsos Bob y me llamara Letizia, a estas horas, estaría buscando como loca un vestidín de Pili Carrera color naranja pa Leonor y una diadema del mismo tono, pa la hermana. Se acerca la entrega de los Premios Princesa de Asturias y, Asturias, está hecha unos zorros. Representantes de los trabajadores de Vesubius están encerrados en la Catedral de Oviedo, con el beneplácito de su Deán que les ha dejado su despacho y la llave de la cámara Santa, por si desesperan en algún momento y quieren ir a charlar con el apostolado, que, esos doce, saben bien de revoluciones y persecuciones.
Luego, están esperando para ocupar la escandalera diversos colectivos, muchos de la empresa siderúrgica, que tienen sobrevolando sobre sus hipotecas, ERES, ajustes de plantillas y cierres. Vamos, que la ciudad está calentita; y, para animar, el alcalde saca un bando pidiendo entrega y sumisión a una monarquía parlamentaria "que son muy guapos y muy buenos y vienen a vernos y qué no se diga de nosotros". Mal momento, Canteli querido, para componer versos y cantar loas. Hay dos realidades o mejor dicho, hay una realidad muy poco Pía y esta es, ni más ni menos, que la vieja y noble Asturias vive secuestrada por empresas que se nutrieron de subvenciones y ayudas y que , aún con productividad comprobada, se largan con su cheque-bebé bajo el brazo dejando a miles de familias en manos de Cáritas (que ya no puede con más. No puede más). No quisiera cerrar el capítulo de los hurtos y las extorsiones, sin mencionar a nuestro gobierno autonómico que, en su día, cuando desde Europa vieron el futuro (negro azabache) de nuestra región y enviaron aquellas cantidades ingentes de dinero, embalado en bolsas que decían "Fondos mineros", lejos de invertirlos en una reconversión industrial, lo que hicieron fue reconvertirlo en chalets en Llanes, coches que nunca supieron conducir y vinos-joya que mezclaban con Casera. Pa que nadie se coscara, organizaron miles de cursos para parados que, curiosamente, otorgaban a sus amigos y allegados; que no tardaron en montar academias a las que les llovían millones, cada vez que tenían una docena de parados apuntados a "Informática nivel Usuario". Esta es la historia real de Asturias: canchas de tenis (que ya quisiera Winbledon) en Turón, naves alicatadas hasta el techo en mármol de Carrara en polígonos industriales y un largo etcétera de cromos pal Guiness de los disparates. Y, mientras en los chigres discurríamos quién había urbanizado la avenida del Cristo, qué llevaban levantando aceras y bordillos una docena de veces en un año, alcaldes y diputados nos hacían un trece catorce y se metían el dinero hasta en los calzoncillos!
Si yo fuera Letizia y pesara 20 kilos menos de lo que peso, les explicaría a mis hijas que las personas que, sin duda, van a protestar en la calle, se van a quedar sin trabajo y, sus hijos van a tener que hacer como ellas y se verán abocados a llevar la misma mochila al colegio, durante los próximos tres o cuatro años. Hasta que tengan edad y formación profesional (eso, sí) y puedan ir a trabajar a la papelera de Navia qué está haciendo una ampliación importante y, esa, va a dar mucho trabajo a todos. Si yo fuera el Rey, me pasaba por la Catedral y escuchaba a los de les camisetes naranja. Y, a lo mejor, era buena cosa, desde la acera del Campoamor, hacer un gesto a los de la escandalera. Sencillamente un "os comprendo". Si yo fuera el Rey, me pondría para el día de autos una corbata naranja y cuando estuviera en el hall del teatro, rodeado de la flor y nata de la política, la cultura y la empresa de Asturias, les haría acercar sus cabezas a la corona y les espetaría en el más puro bable cooficioso: " Qué mi putamadre ye esto??"
Y si yo fuera una de esas personalidades, se me caería la cara de vergüenza. Ahora ya estoy en Matrix.
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