Lesbianas, putas y ministras
Cada vez que pido perdón a quién pueda ofender, cuando escribo cosas como esta, se me revuelven las hemorroides; así que, a riesgo de no sentarme en toda la tarde, por Dios os lo pido, que nadie se ofenda por lo que voy a decir:
Ser feminista, no es lo mismo que ser lesbiana, ni transexual, ni heterosexual, ni podemita, ni sindicalista, ni vivir en riesgo de exclusión social, ni víctima de malos tratos, ni anarquista, ni antifascista, ni funcionaria, ni ministra, ni voluntaria de Cruz Roja, ni asistenta, ni neurocirujana, ni peluquera. Ser feminista no implica llevar la cabeza afeitada, ni extensiones, ni mechas californianas, ni piercings, ni la cara lavada, ni un makeup- no makeup carísimo , ni vestir de Carolina Herrera, ni siquiera hacerlo con ropa de cooperativas internacionales tuteladas por ONGs limpias como patenas; no implica calzar botas militares,ni sandalias de Jimmi Choo. Ser feminista es, sobretodo, defender la igualdad de géneros y no permitir que ningún derecho, ninguno, ni laboral, ni social, ni fundamental, nos sea negado ni mermado por causa de nuestra naturaleza.
Conozco a mujeres de todas las corrientes políticas, creencias religiosas, apóstatas,ateas, ilustres y sencillas, que luchan cada día con su ejemplo, con su vida. Alguna de estas mujeres no lo sabe o no lo quiere saber; pero, lo cierto es que, todas ellas pertenecen al colectivo feminista. Tan claro, como el día! También es verdad que conozco a otras muchas mujeres que no forman parte de esta historia por derecho propio y son aquellas que practican una asunción de sumisiones( de mil amores, por cierto) ante la supremacía del sexo fuerte ( ay, Mary, si yo te contara...)y yo, con mucha penita, no tengo más remedio que respetarlas y esperarlas.
Lo que en un principio fue una guerra silenciosa, perseguida y fustigada, hoy es un caramelo para muchos lobos disfrazados de corderitos con jersey de lana morada. Por mucho que quieran confundirnos, esta lucha ancestral no tiene como objetivo a batir el hombre, sino a aquellas personas que pretenden, de una forma u otra, que nos rijamos por el maldito código de la superioridad genética y cuyo camino nos lleva a la discriminación y a la violencia en todas sus versiones, incluso con finales apoteòsicos vestidas de ataúd. Toda injerencia en esta lucha, bien de carácter político, religioso o de cualquier tipo, es un camelo, una trampa, una emboscada... De lo que estamos hablando es de que, ni a la ministra ni a mí, nos paguen un sólo céntimo de euro menos que a nuestros compañeros, cuando el trabajo es el mismo; de que, las prácticas de primero del segundo semestre de la facultad de Matemáticas, sean valoradas con el mismo rasero; que si las niñas salen como putas, no están buscando a ninguna manada que las viole; que mientras la venta y el consumo de alcohol sean legales, en este país, el pedo de "unos" y "otras"sea igual de denigrante y que, ya que no pueden parir, no nos obliguen a jurar que nosotras no lo haremos mientras dura nuestro contrato laboral. Sigo??? Pues, eso; qué, antes de decir que no eres feminista, que te lo hagas mirar. A las católicas, por culpa de aquello del "Amar al prójimo como a ti mismo" no nos dejan elegir. Malditas tablas de Moisés y malditas hemorroides!!!
Que razón!!!!!
ResponderEliminar